sábado, 14 de enero de 2017

Yo he comprado literatura porno

Mi nombre es Sara y soy adicta a la lectura, tal es así, que he llegado a comprar la versión porno de Doctor Zhivago. En dos minutos, os cuento cómo sucedió.

Leo dos o tres libros al mes, en mi bolso siempre hay alguno, y os preguntaréis, "si trabajas, ¿de dónde sacas el tiempo?" Contestaría pero, a decir verdad, no tengo ni idea. Solo os puedo decir que cualquier lugar me viene bien para abrir un libro, un autobús, una sala de espera, un parque, la peluquería...

Siempre he sido, y sigo siendo, bastante reacia a comprar literatura on line. No me gusta privarme de la gozada de entrar en una librería y ponerme a hojear, y/u ojear, un libro detrás de otro. Pero hace unos años, llegó a mis manos una dirección de internet en la que se podían comprar ediciones raras, antiguas y limitadas, de muchos libros que no se encontraban en otro sitio. Así que, allá que me fui yo y empecé a navegar por ella buscando "El violín negro", de Maxence.

Sin saber cómo, ni cómo no, estaba comprando una versión "maravillosa" de Doctor Zhivago, una "joya" que iba a ocupar un lugar privilegiado en mi librería, y a precio de ganga. ¡Nos ha fastidiado, no iba a ser barato, si acababa de comprar una versión porno de Doctor Zhivago, escrita por Iván Petrov, sin ser consciente de ello! Ahora, me río y entono el "mea culpa" por no haberme fijado.

Dos días más tarde, cuando un repartidor tocó el timbre de mi casa con el paquetito (éste, es un juego de palabras muy adecuado para el post que nos ocupa) me puse super contenta. Ya estaba aquí el que iba a ser el rey de mi biblioteca. Os podéis imaginar la cara de panoli (en este blog no se escriben palabras mal sonantes, si no habría escrito gilipollas) que se me quedó cuando desenvolví el paquete y me encontré en la portada (¡de un libro de segunda mano! ¡sabe Dios a quién pertenecería! ¡me muero del asco!) a una señorita medio desnuda, enseñando prácticamente todos sus atributos femeninos y con la mano en sus partes más nobles.

Os confieso que, desde entonces, vivo con miedo de cruzarme a un estadístico que se encuentre, en la calle, haciendo su trabajo y me pregunte: "¿Usted ve porno?"; pues soy una persona a la que no le gusta mentir, y si alguien me hace esa pregunta me veré obligada a contestar: "No lo veo, pero lo leo, que es peor", porque un libro es la mejor cosa para dar alas a tu imaginación.

Y, ¿sabéis lo mejor de todo? que no pude conseguir "El violín negro" hasta que un día llegó a mis manos, por casualidad, en un mercadillo de La Coruña. Eso sí, este no era porno.

NOTA: Si alguien tiene curiosidad, no tiene más que pedírmelo, se lo presto encantada. Ahora, en mi bolso, Doctor Zhivago, no entra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario