viernes, 14 de julio de 2017

No es un adiós, es un hasta pronto.

No quiero que ésto sea una despedida, sólo un hasta pronto. En más de una ocasión os he dicho que lo más valioso en la vida es el tiempo, durante los dos próximos meses voy a tener cerca a mi familia, y amigos a los que sólo veo en esta época del año, por lo tanto, si soy consecuente con mis palabras me debo a ellos en cuerpo y alma. A vosotros, os sigo escribiendo (y espero que sigáis leyéndome) a la vuelta, ¿vale?

¡Nos leemos en septiembre! Espero que desconectéis, sonriáis, disfrutéis, descanséis, bailéis, corráis, nadéis, "bicicleteéis", leáis, viajéis, durmáis siestas de esas que hasta se babea... (y un largo etcétera). Hacedme el favor de ser felices, que nos sobran motivos para ello, seguro.




lunes, 3 de julio de 2017

Hace seis meses a estas horas...

3 de julio del año 2017, hoy, hace 6 meses que la torpeza que me caracteriza hiciera que en estos momentos estuviera dentro de un quirófano (riéndome y hablando con el personal que me estaba operando; supongo que lo primero por el chute de anestésicos y demás liquiditos y, lo segundo, porque no estoy callada ni cuando duermo). Si me detengo a hacer balance de lo ocurrido durante este medio año, he de deciros que no hay mal que por bien no venga pues, colocando en una balanza lo bueno y lo malo, llego a las siguientes conclusiones, primero las malas y luego las buenas:

MALAS:
- No he vuelto a ponerme las bragas que llevaba aquel día, porque tienen una Mafalda que dice "Apenas uno pone los pies en la Tierra se acaba la diversión", y la enfermera me dijo mientras me preparaban para ir al quirófano: "¡Vaya con Mafalda, parece que te estaba avisando! jajaja..."
- Tuve que pasar por dos operaciones y, la segunda, en contra de todo pronóstico (pues iba a ser algo muy sencillito) fue bastante peor que la primera (a mi parecer, que fui la que la sufrí), no se la deseo a nadie.
- Sigo sin tener fuerza en la mano, de hecho, ayer intenté abrir la puerta, del portal de mi casa, y no pude, tuve que cambiar de mano al tiempo que sentí unas ganas tremendas de llorar por la impotencia que me produjo la situación.
- El 3 de enero, era el cumpleaños de mi madre y tuvo que pasar la noche conmigo en un hospital, en vez de estar todos reunidos en casa cantando el "cumpleaños feliz".

BUENAS:
- He comenzado a escribir este blog, que me consta ha servido para robar sonrisas (incluso carcajadas) a alguno de vosotros, sólo por eso ya ha merecido la pena haber sido "alcayata woman" durante un tiempo.
- He tenido a mis padres en casa durante 4 meses (no recordaba la última vez que había disfrutado tanto de su compañía).
- He aprendido a tomarme la vida con más tranquilidad y no ser la polvorilla de siempre, de hecho, si caminas más despacio y observas a la gente con la que te cruzas, disfrutas de muchísimas historias que, antes, me hubieran pasado desapercibidas.
- He aprendido a delegar, cosa que me costaba Dios y ayuda. Y a darme cuenta de que no soy en absoluto imprescindible. La clínica ha funcionado perfectamente sin mí.
- He dedicado tiempo a las personas que quiero, ellas saben que intento sacarlo de donde sea (aunque esté cansada) para dárselo, pero durante estos meses ha sido mucho más fácil compartir ratos de risas con ellas.
- He conocido a gente fantástica en rehabilitación, "las ninja" han hecho que los dolores estuvieran camuflados entre risas, personas fabulosas que de no haberme roto la muñeca nunca hubiera conocido, cada una de nuestra madre, y nuestro padre, pero que tuvimos química desde el minuto uno.
- Me he dado cuenta de que la gente me quiere, mis amigos (aunque los tenga lejos) me quieren, porque me lo han demostrado. Y los que están aquí, no se han podido portar mejor. Ahora, vais a permitirme que mencione especialmente a uno (espero que nadie se me ofenda) pero Pep ha sido el que se ha llevado la peor parte, el que me ha llamado día sí y día también (a pesar de estar a muchos cientos de kilómetros y de hacer años que no nos vemos), al que le he llorado y el que me ha hecho reír mientras me resbalaban lágrimas de impotencia, por las mejillas, en esos días que veía que la muñeca no avanzaba y me desesperaba.
- Tengo una cicatriz de guerra más, y es bonita, en serio, me ha quedado mona. Además, ella y otra cicatriz que vengo observando desde hace unos meses en brazo ajeno (y el miércoles pasado, por fin, supe cómo se la hizo) me han inspirado para escribir microcuentos que, tal vez, algún día en un arrebato de egocentrismo os enseñe por aquí.

Conclusión, lo bueno gana a lo malo, el balance no puede ser más que positivo, mucho.