domingo, 29 de enero de 2017

Soy una sinvergüenza.

Ayer, 28 de enero, fue San Tirso (soldado y mártir nacido en Toledo, al que mataron rompiéndole los huesos, entre otras fechorías), patrón de mis pueblos (y digo bien, porque tengo dos).

Hoy, 29 de enero, se ha celebrado una misa en honor a este santo. Por lo tanto, allá que he ido yo, a encenderle una vela por mis huesos y los de todos mis compañeros. Y a liarla parda en misa con mis carcajadas, como siempre. ¡Es que no se me puede sacar de casa! Por supuesto, la culpa de todo la ha tenido mi hermano. Os cuento y opinad vosotros mismos.

La Iglesia es pequeña, tal vez ponga luego una foto, cuenta con 4 bancos en cada uno de los laterales y 8 en frente al altar.  Es tradición que cuatro chicos, o chicas, saquen al santo en procesión. Mi hermano, como es uno de los más jóvenes nunca se libra. Hoy, tampoco.

Luego, se vuelve a la iglesia, se celebra la Eucaristía y nos vamos todos al bar a tomar ferbudo (¿no sabéis lo que es el ferbudo? en otra ocasión os lo explico). Acababa de dar el cura la comunión y ya estábamos todos sentados en nuestros sitios cuando se han puesto a cantar una canción. Cuatro minutos más tarde, el pobre hombre había dado por finalizada la serenata, pero dos señoras del pueblo de al lado seguían cantando. Mi hermano, entonces, se ha inclinado hacia mí y me ha dicho al oído, todo serio: "Claro, estas dos tienen que volver caminando a su casa y aquí van a seguir cantando hasta que deje de llover para no mojarse".

Automáticamente, mi cerebro ha dado la orden, a mi cuerpo, de reirse a carcajadas. Y, tras una lucha interna entre los dos intentando no reirme, mirando a mi hermano (que al ver mi reacción se ha puesto rojo guindilla y ha empezado a reirse sin hacer ruido) y ver cómo todos los de los bancos, de en frente, se tapaban la boca intentando reprimir la risa que yo les estaba contagiando, no he podido más y he comenzado a reir a carcajadas.

Entonces sí, las dos señoras han finalizado sus cánticos, el cura me ha mirado sin saber qué pasaba y mi hermano ha rematado la jugada diciendo: "A ver por qué creéis que se rompió el brazo antes, porque San Tirso ya sabía que hoy cuando viniera a pedirle por sus huesos, esta la iba a liar en misa".

viernes, 27 de enero de 2017

Yo quiero un cuerpo legumbre

Es curioso cómo juegan los publicistas con nosotros. ¿Habéis visto el último anuncio de legumbres Luengo? ¡Madre del amor hermoso! lo ves y te dan ganas de ponerte a preparar unas lentejas inmediatamente para ver si tu cuerpo sufre una repentina metamorfosis, y pasas de ser Fiona (la mujer de Shrek) a ser La Bella Durmiente . Bueno, siempre y cuando no os haga recordar alguna experiencia como la que tuve, haciendo prácticas, en mis años de universitaria. Dejadme que os muestre el anuncio de las legumbres (porque merece la pena verlo) y luego os cuento la anécdota.

https://youtu.be/LIiInfv7gSU

Debía ser mi tercer año de carrera, entonces ya nos dejaban comenzar a diagnosticar a los pacientes. Llegó a la consulta una chica joven, muy preocupada porque le habían sacado una muela en la Seguridad Social y desde hacía una semana se veía pus dentro del agujero.

Pablo (mi compañero de sillón) y yo, nos miramos y, ante el comentario de la muchacha, nos jugamos a piedra papel o tijera quién iba a ser el valiente que le hiciera la revisión. ¡Cómo no me tocó a mí! Cogí una sonda, ajusté mi mascarilla todo lo que pude, ¡y al toro! Cuál fue mi sorpresa, cuando la presunta supuración de pus ¡era una lenteja que había comenzado a florecer!

Le limpié la herida, le expliqué lo que tenía dentro del hueco, y muy asustada nos miró a Pablo y a mí preguntándonos: "Si me ha pasado esto con una lenteja, a ver si voy a comer huevo pasado por agua, se me va a quedar un trozo, lo incubo y me sale un pollito". Aquí, ni piedra, ni papel, ni tijera para decidir quién le contestaba, nos miramos los dos, comenzamos a reir y fue la profesora quien terminó aquella revisión.








miércoles, 25 de enero de 2017

Entre tu autopsia y mis alcayatas...

Cuando un autobús urbano va vacío, se sube un pasajero (señora de mediana edad en este caso) y se sienta justo a tu lado, es muy fácil deducir que esa persona tiene ganas de hablar. No intentéis despistar mirando por la ventana, no os valdrá de nada. Quiere conversación y va a dialogar contigo sí o sí.

Hoy no estaba muy comunicativa yo, acababa de visitar a mi traumatólogo y no me hizo cosquillas precisamente. Tal vez os cuente algún día lo que se siente al mirar tu brazo, nada más que te quitan una escayola, y ver que de él te salen tres "alcayatas"; pero eso otro día, hoy, vamos a la conversación de la señora en el autobús, que es el tema que nos ocupa.

- ¡Ay, rapaza! ¿Qué te pasó?

- Nada (sonrisa forzada), me caí.

- ¿En la calle? Tropezaste.

- No (sonrisa forzada), en el trabajo.

- ¡Ah, pobre rapaza! ¿Y te dolió?

- Me rompí el brazo (sonrisa forzada)

- ¿Y dónde trabajas?

- Tengo una clínica dental (sonrisa forzada), soy dentista.

- ¡Ah! Mira que bien. A mí me hicieron el año pasado una AUTOPSIA de la boca.

- Pues si a usted le hicieron una autopsia y a mí me salen tres "alcayatas" de la muñeca, a lo mejor nos contratan como actrices secundarias en Walking Dead (sonrisa no tan forzada)

- ¿Cómo dices? No oigo bien.

- No, que para haberse hecho una autopsia, el año pasado, la encuentro fenomenal.

- Sí, al final, gracias a Dios no tenía nada.

Y llegamos a mi parada. Pobre mujer, me alegro de que le saliera todo bien en la biopsia, pero como he comentado, hoy yo no estaba muy comunicativa.

lunes, 23 de enero de 2017

Pastillas anticonceptivas

Como ya os he comentado en alguna ocasión, creo, y si no os lo digo ahora, soy dentista. Esta mañana, mi amigo Alejandro (gran odontólogo sevillano, por cierto) me ha enviado un folleto informativo para realizar un curso (bueno, en realidad, él me lo ha enviado para reirnos un poco, vaaale, reirnos bastante, de los charlatanes que imparten el evento), en el que te enseñan ¡¡¡a regenerar los dientes con la mente!!! Alucinante, ¿os imagináis?

Me ha hecho recordar, entonces, la conversación que escuché hace un tiempo mientras esperaba en la sala de espera, de mi ginecóloga, para hacerme una revisión. Os la voy a intentar transcribir literalmente, a ver si soy capaz porque de esto ya hace bastante tiempo, pero creo que fue de esos diálogos que se te quedan grabados en la mente para siempre. Ahí va.

- No comprendo nada, estuvísteis aquí hace unos meses  y te puse un tratamiento con pastillas anticonceptivas. ¿Cómo es posible que estés, de nuevo, embarazada, Antonia?

- Ay, "paya", si nosotros hemos "tomao" todas las pastillas como nos "dijistes".

- Decidme la verdad, no me engañéis, porque planificación familiar me pide un informe y no me gustaría mentirles. Sólo intentamos ayudaros.

- "Paya", no te engañamos. "El Ramón", todos los días la toma.

- ¡Ramón! ¿Cómo que Ramón?

- Sí, señora, es que "La Antonia" tiene muchos males y como la médica le "riceta" tanta "midicación" las tomo yo, "pa'" que no le hagan mal al "celebro" a ella.

- Pero, ¡no, hombre! ¿Cómo se os ocurrió? Estas pastillas eran para ti, Antonia.

Y hasta aquí puedo transcribiros la conversación, pues en ese momento nos empezamos a reír todos los que estábamos esperando en la sala, por lo tanto, nadie escuchó nada más.

Y yo me pregunto hoy, si con la mente somos capaces de regenerar los dientes, ¿a ver si no le faltaba razón a Ramón al pensar que podía evitar el embarazo, de su mujer, tomando él las pastillas anticonceptivas?

sábado, 21 de enero de 2017

¿Tenéis un libro favorito?

A vosotros, ¿os gusta leer? A mí sí, mucho. Como ya os he comentado en alguna ocasión, devoro libros. Estos días, por problemas del directo, puedo pasar bastante tiempo en la biblioteca, uno de los rincones favoritos de mi casa. Sólo (soy de las que todavía acentúa la "o" para diferenciar "sólo" de "solo") tiene un sofá, una lámpara de pie, una alfombra color lombarda, dos cuadros que tal vez os muestre luego (los pintó mi madre y me fascinan), una estantería con cientos de libros y un escritorio; pero no necesito más para ser feliz, pues puedo leer y puedo escribir.

Dicen que para conocer a una persona solamente tienes que leer su libro preferido. ¡Buff! Yo no sé si estoy muy de acuerdo con esto, porque mi libro de cabecera es "Lágrimas en la lluvia", de Rosa Montero; y si alguien tiene que tener un concepto sobre mí basándose en ese libro, puedo darme por... ¡fastidiada! (ya os he dicho que en este blog no se escriben palabras malsonantes, si no, habría puesto ¡jodida!).

¿Vosotros tenéis un libro favorito? Si es así, me gustaría saberlo, tal vez me hagáis descubrir algún escritor maravilloso desconocido para mí hasta ahora.  Voy a facilitaros una lista con algunas de las novelas que más me han gustado; a ver si se encuentra la vuestra  entre ellas.

- Florentius, de Fernando Lallana. Es novela histórica con un toque de suspense. Está muy bien escrito.

- La lluvia amarilla, de Julio Llamazares. Un monólogo que se recomienda él solo, como su autor, al que no sé si tenéis la suerte de conocer.

- Seré un anciano hermoso en un gran país, de Manuel Astur. Este, es un ensayo, que si tenéis entre 30 y 45 años apuesto mis manos a que os gustará.

- Helena, Helena, amor mío, de Luciano De Crescenzo. Lo he leído muchas veces, se desarrolla en torno a la guerra de Troya y trata sobre la mitología griega.

- La trilogía del Baztán, de Dolores Redondo. La única escritora que ha conseguido tenerme enganchada a ella, un libro tras otro, sin abrir la novela de otro autor simultáneamente. Mucha intriga y fantasía.

- Espejo Roto, de Mercè Rodoreda. Relata la historia de una familia y su casa señorial. Es muy entretenida y se lee fácil.

- Nieve, de Fermine Maxence. Son haikus. Es un jovencito que quiere dedicar su vida a escribir haikus. Es fantástico, me enamoró.

- Cordero, de Christopher Moore. Recuerdo que la leí un verano, en la playa, y la gente me miraba raro porque reía a carcajadas yo sola en mi toalla. Relata la vida de Jesucristo, desde que era niño, contada por su amigo "el collejas".

- El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha. El otro día, me comentaban tomando una caña, que era un libro fantástico; como leer muchas historias dentro de una historia. Pero claro, es que hablábamos de Cervantes, ¿quién lo iguala?

- Y, cualquier libro de Javier Marías, no podría indicaros solamente uno.



viernes, 20 de enero de 2017

¿Habrá pollo en Kenia?

Hoy, os escribo desde una cafetería, en compañía de mi cuarto café del día. Por ahora, estoy cumpliendo el propósito de Año Nuevo en lo que respecta a mi adicción a este líquido manjar.

Es curioso las sonrisas, carcajadas en mi caso porque soy bastante exagerada en todo lo que hago, que nos perdemos por ir corriendo a todos los lados. Prisa por llegar a trabajar, prisa por llegar a casa para preparar la comida, prisa por volver a la clínica, prisa por llegar a tiempo a mis clases de baile, prisa por regresar a casa para preparar la cena, prisa, prisa, prisa, prisa, prisa y más prisa...

Estos días, como voy por la calle algo ralentizada por miedo a caerme otra vez, estoy aprendiendo a disfrutar de la vida, a contemplar a la gente desconocida con la que me cruzo y a escuchar sus historias simplemente observándolos. Os dejo alguna muestra, si os gusta, comenzad a disfrutar vosotros también. Es lo mejor para sonreir y llegar a casa contentos después de un largo día, os lo digo yo.

- Un señor, en la cola de la panadería, le contaba a Matilde (mi panadera) que estaba muy malo. Que tenía una hernia FISCAL. Pobre, ¡eso debe ser muy doloroso, dolorosísimo! Sobre todo, si es autónomo y sufre una crisis trimestralmente. Si no, tendrá suerte de tener sólo crisis a finales de junio.

- Una chica, jovencita, comentaba por teléfono que su endocrina le había mandado comer gallo, pero que no lo encontraba, a ver si no sería lo mismo comer pollo. ¡Ay, Dios mío! Me pregunto cuántas veces habrá entrado esta muchacha en una pescadería. La persona que estaba al otro lado del teléfono, debía reir tanto como yo porque un minuto más tarde la jovencita dijo: "¡Ah, que el gallo es un pescao! jajaja... eres tonta, no te rías. ¡Yo que sabía! Gallo, pollo, lo mismo es".

- Dos señores en el autobús, hablaban de lo caro que era el dentista, aquí agudicé mi sentido auditivo por deformación profesional, y uno de ellos comentaba que las muelas se las iba a sacar en la Seguridad Social, porque no le cobraban y eran muchas las que tenía mal. Que la médica le había dicho que tenía PEDORREA A LA DENTADURA. Y es que su padre ya la había tenido también.

- Ahora mismo, a tiempo real, en esta cafetería, una señora le acaba de contar a su amiga que vaya nevada está cayendo en KENIA. Que pobre gente, pues no están acostumbrados a esas temperaturas tan bajas. Que ella y su marido, el verano pasado estuvieron unos días en Alicante y se acercaron hasta KENIA para conocer el puerto, precioso, por cierto.

Y yo me pregunto, ¿en el puerto de Kenia se podrá pescar pollo? ¡Quién sabe, igual sí!





miércoles, 18 de enero de 2017

¿Quién no ha hecho tonterías por amor?

Estaba escuchando a Sergio Dalma, no es de mis favoritos (y confieso que está bastante lejos de serlo) pero parece que últimamente no me disgusta su música. Y sin más, me ha venido a la mente mi primer novio, Darío.

Yo tenía cinco años, él cuatro. Hay chicos que las prefieren maduritas, debía ser uno de ellos. ¡Qué bien me trataba! Me atrevo incluso a decir que ha sido el que más me ha querido. El romance duró sólo un año, luego yo pasé a EGB y la inmadurez de un preescolar no debía llenarme del todo. Nunca lo superó, llegó a matricularse en el conservatorio, 4 años más tarde, para coincidir en clase de violín conmigo. Así somos las mujeres, idiotas, rechazando lo mejor para quedarnos con lo peor. Incluso, para quedarnos solas.

Vosotros, al igual que Darío matriculándose en el conservatorio, ¿habéis hecho alguna tontería por amor? Yo, infinitas. A ver si recuerdo alguna.

- Ir a clase de palmas. Sabéis lo que es un palmero, ¿verdad? Es la persona que da las palmas acompañando a los bailarines y a los cantaores flamencos, en sus espectáculos.  El padre de mi amado (y digo mi, porque yo no era su) tenía un tablao flamenco, y ya sabéis que "allá donde fueres haz lo que vieres" si todo el mundo daba palmas, no iba a ser yo menos. Tendría que aprender, pues a clases que me fui.

- Ofrecerme voluntaria para cortarme el flequillo, y el resultado sea, en vez de el estilo Cleopatra, más bien el estilo visera de Garbiñe Muguruza cuando juega al tenis. ¿Por qué? Porque me mojé el pelo, lo estiré bien estirado sobre mi frente, coloqué mis dedos (de niña de 12 años) donde me pareció bien, y el niño que me tenía loquita y quería ser peluquero cortó por encima de la marca. Cuando aquello secó, tomó vida propia y decidió ir bien orgulloso todo tieso para arriba.

- ¿Habéis visto "Los Tomates Asesinos"? Yo sí, en versión original, subtitulada, con la sala a rebosar (debíamos ser muchos los tontos/as enamorados/as en esa época) y sentada en el suelo porque no había butacas libres. ¡Eso sí, el de turno estaba allí conmigo! probablemente pensando en otra, pero allí conmigo. Y lo peor, luego formé parte de una mesa redonda sobre el film en cuestión.

- Ir a pescar, bueno, más bien ir a hacer el panoli ofreciéndome voluntaria para colocar el cebo en el anzuelo, cuando el gusano me parece uno de los animales más repulsivos que existen. Con éste, aún mantengo contacto (con el chico, no con el gusano, entiéndase) siempre me lo recuerda, no le hablaré de la existencia de este blog.

Y mil tonterías más que os aburrirían. Ahora, una cosa os digo, si alguna vez me invitáis a comer y lográis que coma lombarda, estad seguros de que en ese momento os estoy jurando amor eterno, y que no habrá nadie en el mundo que os pueda querer más que yo, porque si hago eso por alguien es que me habré vuelto loca de amor.


lunes, 16 de enero de 2017

¿Vosotros gesticuláis mucho?

¿Vosotros gesticuláis mucho, con las manos, cuando habláis? Yo sí, mucho, muchísimo. De hecho, siempre decía: "a mí, me atan las manos y me dejan muda". ¡Ay, qué equivocada estaba! Pues ahora, me han inmovilizado uno de los brazos y no veáis cómo hablo, me atrevo a decir incluso que más que antes.

Os voy a facilitar una lista de ventajas e inconvenientes de tener un brazo escayolado e inmovilizado (seguro que se me olvidan muchas, pero para que tengáis una idea) y, luego, vosotros ya decidiréis si queréis o no romperos algún hueso a lo largo de vuestras vidas. Prestad atención porque os va a hablar la voz de la experiencia ja, ja, ja...

Inconvenientes:

- Intentas cortarte las uñas y sí, te las cortas, pero corres el riesgo de que tus amigos te llamen "muñón woman" cuando se den cuenta de que tienes muñones por dedos.

- ¡Ponte un sujetador! Y ya no hablo de abrocharlo, no, eso ni lo intentes, hablo de colocar tus pechos en el sitio. Me han hecho mamografías menos dolorosas que el daño que me hago para meter la teta donde corresponde. Para que, al final, quede uno mirando a Cuenca y el otro, a Teruel.

- ¡Ponte desodorante! La axila del brazo tullido está encantada, ahora, la otra pobre, se resigna viendo la puntería que tengo. Eso sí, os puedo asegurar que los azulejos de mi baño no van a transpirar en la vida.

- ¡Corta un filete de carne! No importa el animal que sea, he probado con varios. Lo pinchas, y lo pinchas, y lo pinchas, y al final te paras a observar tu obra de arte y te das cuenta de que tu filete nada tiene que envidiar a los antiguos jeroglíficos. Eso sí, todavía no has probado bocado.

- ¡Pásate el hilo dental! Esto sí lo llevo mal, hoy, sin ir más lejos, en un descuido me había hecho un nudo marinero alrededor de la oreja, ¿cómo? ¡ni idea!

- Échate gel en la mano al mismo tiempo que sujetas el bote, ¡con esa mano! Probad a hacerlo mañana y si alguien descubre la fórmula, que me lo diga. Yo, acabo diciendo: "¡Al carajo! Lo vierto sobre el cuerpo y que viva la fiesta de la espuma!"

- Vivo con miedo de la llegada del día que me baje la regla. Un tampax es, más o menos, fácil colocarlo con una mano pero, ¿cómo voy a ponerme una compresa? ¡ y encima con alas!

Ventajas:

- Puedes roncar a pierna suelta toda la noche, porque te obligan a dormir boca arriba, y si alguien te dice algo, te haces la ofendida argumentando lo siguiente, "¡yo no ronco, es la escayola que me oprime el diafragma al apoyar el brazo!"

- Voy a poder renovar todo mi vestuario, cuando esto acabe, porque estoy cortando una de las mangas a todas mis camisetas, blusas y camisas.

- La gente te abre las puertas y te deja pasar la primera.

¡Ah, un consejo os doy! Si decidís romperos algo, que sea el brazo que utilizáis menos porque, si no, ¡vaya show para limpiaros el trasero cuando vayáis al baño! ja, ja, ja...


domingo, 15 de enero de 2017

Gambas antiinflamatorias

La gente, tiende a pensar que el personal sanitario está obligado a encontrarse operativo las 24 horas del día, los 365 días del año. No se dan cuenta de que a nosotros también nos gusta disfrutar de la vida, cocinar, correr, bailar, leer, viajar, cantar, besar, y otras mil actividades que acaban en "AR".

No es la primera vez que me encuentro con alguien, en el supermercado, y lo primero que hace, nada más verme, es quitarse la dentadura postiza para enseñarme dónde le roza o abrirme la boca para mostrarme algún diente que le molesta. En esas ocasiones, suele venírseme a la mente mi ginecóloga y me preguntó qué le parecería a Ana si me la encontrara por la calle y me bajara las bragas para consultarle algo. No me tachéis de exagerada, pues prácticamente viene a ser lo mismo.

Os cuento esto porque veréis lo que me ha ocurrido hace un rato. Estaba en casa, tan tranquila, cuando ha sonado el timbre de forma algo compulsiva. He salido a abrir (despacio porque, entre lo torpe que soy y la falta de equilibrio que tengo desde que esta escayola convive conmigo, me da miedo caerme de nuevo) y eran unos de mis vecinos, matrimonio de avanzada edad, con una bolsa de gambas congeladas en la mano. Voy a reproduciros literalmente la conversación.

- Eres médica, ¿verdad?
- Dentista.
- Es que mi marido tiene una almorrana que le está dando mucho la lata y le he dicho que se coloque entre las nalgas esta bolsa de gambas. Pero no quiere, dice que ese frío es malo.
- ¡Ay madre!
- Mira, se la pongo así. (Entonces, ha obligado al buen hombre a que se diera la vuelta y, ni corta ni perezosa, le ha plantado la bolsa de las gambas en el culo, sin importarle si se mojaba el pantalón ni leches) ¿Esto es malo? Tú, ¿no tendrás algo para darle?
- Yo, soy dentista.
- Sí, pero sabrás.
- Creo que lo mejor es que se lave muy bien con agua bastante fría, pero eso... no sé. Acérquense a la farmacia a por alguna pomada o algo.
- ¡Es que hoy es domingo, mujer! Que se ponga esto y si se descongelan hago un revuelto para cenar.
- Como quieran.

Creo que mi vecino de al lado estaba detrás de la puerta, riendo a carcajadas y grabándome con una cámara oculta, porque decidme si esto es o no es anormal.

Menos mal que ahora tengo temporalmente a mis padres en casa, hasta que me recupere del brazo, porque si no hubiera habido testigos nadie me creería cuando contara esta historia.

sábado, 14 de enero de 2017

Yo he comprado literatura porno

Mi nombre es Sara y soy adicta a la lectura, tal es así, que he llegado a comprar la versión porno de Doctor Zhivago. En dos minutos, os cuento cómo sucedió.

Leo dos o tres libros al mes, en mi bolso siempre hay alguno, y os preguntaréis, "si trabajas, ¿de dónde sacas el tiempo?" Contestaría pero, a decir verdad, no tengo ni idea. Solo os puedo decir que cualquier lugar me viene bien para abrir un libro, un autobús, una sala de espera, un parque, la peluquería...

Siempre he sido, y sigo siendo, bastante reacia a comprar literatura on line. No me gusta privarme de la gozada de entrar en una librería y ponerme a hojear, y/u ojear, un libro detrás de otro. Pero hace unos años, llegó a mis manos una dirección de internet en la que se podían comprar ediciones raras, antiguas y limitadas, de muchos libros que no se encontraban en otro sitio. Así que, allá que me fui yo y empecé a navegar por ella buscando "El violín negro", de Maxence.

Sin saber cómo, ni cómo no, estaba comprando una versión "maravillosa" de Doctor Zhivago, una "joya" que iba a ocupar un lugar privilegiado en mi librería, y a precio de ganga. ¡Nos ha fastidiado, no iba a ser barato, si acababa de comprar una versión porno de Doctor Zhivago, escrita por Iván Petrov, sin ser consciente de ello! Ahora, me río y entono el "mea culpa" por no haberme fijado.

Dos días más tarde, cuando un repartidor tocó el timbre de mi casa con el paquetito (éste, es un juego de palabras muy adecuado para el post que nos ocupa) me puse super contenta. Ya estaba aquí el que iba a ser el rey de mi biblioteca. Os podéis imaginar la cara de panoli (en este blog no se escriben palabras mal sonantes, si no habría escrito gilipollas) que se me quedó cuando desenvolví el paquete y me encontré en la portada (¡de un libro de segunda mano! ¡sabe Dios a quién pertenecería! ¡me muero del asco!) a una señorita medio desnuda, enseñando prácticamente todos sus atributos femeninos y con la mano en sus partes más nobles.

Os confieso que, desde entonces, vivo con miedo de cruzarme a un estadístico que se encuentre, en la calle, haciendo su trabajo y me pregunte: "¿Usted ve porno?"; pues soy una persona a la que no le gusta mentir, y si alguien me hace esa pregunta me veré obligada a contestar: "No lo veo, pero lo leo, que es peor", porque un libro es la mejor cosa para dar alas a tu imaginación.

Y, ¿sabéis lo mejor de todo? que no pude conseguir "El violín negro" hasta que un día llegó a mis manos, por casualidad, en un mercadillo de La Coruña. Eso sí, este no era porno.

NOTA: Si alguien tiene curiosidad, no tiene más que pedírmelo, se lo presto encantada. Ahora, en mi bolso, Doctor Zhivago, no entra.

jueves, 12 de enero de 2017

Carta de Sara

Unos meses atrás, casualmente, me enteré de que una biblioteca de Toledo convocaba un concurso de Cartas de Amor. Recordé entonces que tenía guardado, en un cajón, algo que había escrito hacía años y podía encajar en el evento literario. Así que, ni corta ni perezosa, tuve la osadía de presentarme al concurso. Como supondréis no gané, cosa que todavía no comprendo jajajaja, pero aquí os la dejo por si a alguien le apetece echarle un ojo.

Toledo, 13 de junio de 1916

Querido, si supiera dónde estás, te regalaría flores, margaritas, ya lo sabes. No me gusta privarlas de la vida cortando sus tallos, pero por ti lo haría.

Siempre.

En cualquier caso, desconozco tu paradero, y tendrás que conformarte con que mi pensamiento sea tuyo, al menos, un par de minutos al día.

Esos 2 minutos, a veces son para fingir que te odio, a veces para estar en una nube contigo, a veces para no entender nada, a veces para recordar momentos que nunca llegamos a vivir y a veces para trazar planes que jamás llevaremos a cabo, y también para quererte.

Siempre.

¿Por qué te tuviste que marchar sin darnos tiempo a conocer quiénes éramos realmente? ¿Tan urgente era el motivo de tu partida?

Éstas, entre otras muchas, son cuestiones que me entristecen, sobre todo cuando cae la noche y, en la soledad del hogar sintiéndote a mi lado pero convenciéndome de que no estás aquí, la realidad comienza a morderme el alma.

Entonces, me enfado contigo por haberme abandonado y privarme de mi derecho a vivir una historia juntos, a trazar mi camino buscando en tus manos un punto de apoyo, a despedirme de ti.

Un último beso, un último te quiero, un último adiós.

Ahora, me pregunto quién eres realmente, cómo era tu sonrisa, tu voz, tus manos, el brillo de tu mirada al observarme; ¿por qué no permites que ningún hombre ocupe el lugar, en mi vida, que te corresponde a ti? ¿Por qué te siento tan cerca si realmente no estás?

¿Quién eras? ¿Cómo te llamabas? ¿Cómo se puede querer a alguien que nunca has conocido? ¿Por qué?

¿Por qué tuviste que morir tan joven? ¿Por qué nos negaste la oportunidad de saber, ni siquiera, de nuestra existencia el uno del otro?

Si supiera dónde estás, te regalaría flores, margaritas, ya lo sabes.

Siempre.

Pero nunca sabré dónde se encuentra tu lápida.

Nunca.

miércoles, 11 de enero de 2017

Bonobús fétido

TUP, es el transporte urbano de Ponferrada, ciudad en la que resido desde hace más de una década. Normalmente no suelo hacer uso del autobús porque, al ser una ciudad pequeña, intento moverme a pie por ella. Pero hoy, estaba en plan vago y cogí el circular para ir a dar un paseo por la zona del castillo.

Cuando me subí, iba casi lleno y me puse detrás de dos señores (hombre y mujer). No era mi intención escuchar su conversación pero con el volumen de voz que tenían, es probable que vosotros también los hayáis escuchado desde vuestras residencias. A lo que voy, que me desvío, el caballero estaba coqueteando con la señora y, al parecer, a ella no le disgustaba pues se le notaba nerviosilla, movía tanto las manos que se le cayó el bonobús al suelo, pero no se dió cuenta.

De repente, un olor fétido me invadió, la pobre mujer comenzó a moverse más intranquila y a tener risa tonta, es fácil deducir que los nervios por el repentino "enamoramiento" le gastaron una mala pasada relajando sus esfínteres, y dando vía libre a esos gases asquerosos, yo creo que había desayunado lombarda.

Le di un toque en la espalda y le dije: "Perdone, se le ha caído el bonobús". Me dio las gracias y se agachó para buscarlo y recogerlo. Su compañero de viaje, tampoco había debido darse cuenta porque al verla agachada le preguntó: "¿Qué hace? ¿Qué busca?" A lo que ella contestó, supongo que de modo inconsciente: "el pedo".

Jajajajajajaja... todavía me da la risa. ¡Ay, pobre mujer! Cuando se dio cuenta de lo que había dicho comenzó a santiguarse y a pedir perdón. Yo, tuve que taparme la boca, no sabéis lo escandalosa que puede llegar a ser una de mis carcajadas.
De hecho, casi es a mí, a quien se le aflojan los esfínteres urinarios de tanto reir.

Os contaría si estos romeos intercambiaron teléfonos o no, pero llegué a mi parada y allí los dejé, sentados en sus asientos. Una cosa sí tengo clara, si esto sigue adelante, volveré a creer en el amor, porque de veras os digo que la señora había desayunado lombarda.



martes, 10 de enero de 2017

Conversaciones medio desnuda

No sé porqué la gente dice que uno de los peores momentos cuando estás ingresado, en un hospital, es la hora de la comida. Hace 7 días, gracias a ese rato me reí a carcajadas. No os impacientéis que ya os lo cuento.

Mi compañera de habitación, mujer de avanzada edad y problemas de vista, me dijo: "Bonita, ¿te puedes acercar?" Obediente fui hasta su cama dispuesta a destaparle la bandeja, en la que ponía su nombre y dolencia. Cuál fue mi sorpresa cuando me dice: "¿Qué pone aquí escrito? ¿Psicópata?" Me llamaréis sinvergüenza pero me salió una carcajada, y después le contesté: "No, pone cardiópata", a lo que ella respondió: "¡Ay, bonita, gracias, ya me parecía a mí que yo psicópata no soy!"

Comenzamos a comer y, ¿de qué hablar con una desconocida que tienes delante, medio desnudas las dos? Efectivamente, de la comida. Ahora, permitidme que os escriba la conversación tal cual porque, hoy, 7 días más tarde, continúo riendo al recordarla.

- ¿Te gusta la comida, bonita?
- Sí, a mí me gusta todo menos la lombarda.
- Ay, pues tienes que comerla, que es muy buena, y estás rellenita. Y fruta, y pescado.
- Sí ( una sonrisa forzada) ya los como. Mi pescado favorito es el cazón.
- No lo conozco. Nunca lo probé.
- ¿No? Por esta zona hay mucho. Mi abuela lo prepara con salta. Muy rico.
- No sé, bonita, a lo mejor en mi pueblo le llamamos sardina.

Y acto seguido, salió de mi boca, en modo aspersor, el trago de agua que acababa de tomar.

domingo, 8 de enero de 2017

2017


Dos mil diecisiete, un número que me gusta. Si sumas los cuatro dígitos obtienes el 10, casi la perfección, eso totalmente contrario a mí, luego me atrae preocupantemente.
Por problemas del directo, este año ha comenzado ofreciéndome muchas horas ociosas que cualquier persona, en sus cabales, aprovecharía para cumplir  los propósitos  que siempre nos hacemos  cuando llega el nuevo año. Los míos son estos, voy a escribirlos para que no se me olviden.

- Aprender a pintarme las uñas sin salirme, para que no me de vergüenza ir a urgencias y mostrar mis manos a todo el personal sanitario.

- Comerme el currusco de la barra de pan recién comprada, antes de llegar al ascensor y cruzarme con un vecino que me corte el rollo.

- Dejar de tararear el "Pasodoble Torero" cada vez que me acerco a mis pacientes con la jeringa de la anestesia en la mano.

- Aprender a dormir boca arriba, con el brazo encima del pecho, y no intentar continuamente romperme los dientes con la escayola.

- Peinarme solo con la mano derecha y que el resultado no me haga parecer una cheerleader.

- Hacer entender a la gente que no voy a dejar de sonreír, porque mis padres invirtieron mucho dinero en mi ortodoncia y esto hay que amortizarlo.

- Ir a clases de yoga y obedecer al monitor sin que me de un ataque de risa cuando me veo reflejada en el espejo.

- Desayunar, al menos una vez a la semana, en la taza que me ha regalado mi hermano con el agarre adaptable a manos de clips de Playmobil.

- Intentar delegar.

- Dejar de elegir la película que vaya a ver al cine con mis amigos. Sigo soñando con la cabra de "La bruja".

- Ir a Toledo 14 veces, al menos, antes de la llegada del nuevo año.

- Ser tan extrovertida como cuando me chutan anestésico antes de meterme en un quirófano.

- Limitarme a comprar lo que apunto en la lista del super y no coger nunca, nunca, nunca una lombarda.

- Reducir mi consumo de café diario de 6 a 5. No hay que forzar.

- No leer más de dos libros simultáneamente.

- No abandonar este blog por ninguna causa.