jueves, 12 de enero de 2017

Carta de Sara

Unos meses atrás, casualmente, me enteré de que una biblioteca de Toledo convocaba un concurso de Cartas de Amor. Recordé entonces que tenía guardado, en un cajón, algo que había escrito hacía años y podía encajar en el evento literario. Así que, ni corta ni perezosa, tuve la osadía de presentarme al concurso. Como supondréis no gané, cosa que todavía no comprendo jajajaja, pero aquí os la dejo por si a alguien le apetece echarle un ojo.

Toledo, 13 de junio de 1916

Querido, si supiera dónde estás, te regalaría flores, margaritas, ya lo sabes. No me gusta privarlas de la vida cortando sus tallos, pero por ti lo haría.

Siempre.

En cualquier caso, desconozco tu paradero, y tendrás que conformarte con que mi pensamiento sea tuyo, al menos, un par de minutos al día.

Esos 2 minutos, a veces son para fingir que te odio, a veces para estar en una nube contigo, a veces para no entender nada, a veces para recordar momentos que nunca llegamos a vivir y a veces para trazar planes que jamás llevaremos a cabo, y también para quererte.

Siempre.

¿Por qué te tuviste que marchar sin darnos tiempo a conocer quiénes éramos realmente? ¿Tan urgente era el motivo de tu partida?

Éstas, entre otras muchas, son cuestiones que me entristecen, sobre todo cuando cae la noche y, en la soledad del hogar sintiéndote a mi lado pero convenciéndome de que no estás aquí, la realidad comienza a morderme el alma.

Entonces, me enfado contigo por haberme abandonado y privarme de mi derecho a vivir una historia juntos, a trazar mi camino buscando en tus manos un punto de apoyo, a despedirme de ti.

Un último beso, un último te quiero, un último adiós.

Ahora, me pregunto quién eres realmente, cómo era tu sonrisa, tu voz, tus manos, el brillo de tu mirada al observarme; ¿por qué no permites que ningún hombre ocupe el lugar, en mi vida, que te corresponde a ti? ¿Por qué te siento tan cerca si realmente no estás?

¿Quién eras? ¿Cómo te llamabas? ¿Cómo se puede querer a alguien que nunca has conocido? ¿Por qué?

¿Por qué tuviste que morir tan joven? ¿Por qué nos negaste la oportunidad de saber, ni siquiera, de nuestra existencia el uno del otro?

Si supiera dónde estás, te regalaría flores, margaritas, ya lo sabes.

Siempre.

Pero nunca sabré dónde se encuentra tu lápida.

Nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario