domingo, 15 de enero de 2017

Gambas antiinflamatorias

La gente, tiende a pensar que el personal sanitario está obligado a encontrarse operativo las 24 horas del día, los 365 días del año. No se dan cuenta de que a nosotros también nos gusta disfrutar de la vida, cocinar, correr, bailar, leer, viajar, cantar, besar, y otras mil actividades que acaban en "AR".

No es la primera vez que me encuentro con alguien, en el supermercado, y lo primero que hace, nada más verme, es quitarse la dentadura postiza para enseñarme dónde le roza o abrirme la boca para mostrarme algún diente que le molesta. En esas ocasiones, suele venírseme a la mente mi ginecóloga y me preguntó qué le parecería a Ana si me la encontrara por la calle y me bajara las bragas para consultarle algo. No me tachéis de exagerada, pues prácticamente viene a ser lo mismo.

Os cuento esto porque veréis lo que me ha ocurrido hace un rato. Estaba en casa, tan tranquila, cuando ha sonado el timbre de forma algo compulsiva. He salido a abrir (despacio porque, entre lo torpe que soy y la falta de equilibrio que tengo desde que esta escayola convive conmigo, me da miedo caerme de nuevo) y eran unos de mis vecinos, matrimonio de avanzada edad, con una bolsa de gambas congeladas en la mano. Voy a reproduciros literalmente la conversación.

- Eres médica, ¿verdad?
- Dentista.
- Es que mi marido tiene una almorrana que le está dando mucho la lata y le he dicho que se coloque entre las nalgas esta bolsa de gambas. Pero no quiere, dice que ese frío es malo.
- ¡Ay madre!
- Mira, se la pongo así. (Entonces, ha obligado al buen hombre a que se diera la vuelta y, ni corta ni perezosa, le ha plantado la bolsa de las gambas en el culo, sin importarle si se mojaba el pantalón ni leches) ¿Esto es malo? Tú, ¿no tendrás algo para darle?
- Yo, soy dentista.
- Sí, pero sabrás.
- Creo que lo mejor es que se lave muy bien con agua bastante fría, pero eso... no sé. Acérquense a la farmacia a por alguna pomada o algo.
- ¡Es que hoy es domingo, mujer! Que se ponga esto y si se descongelan hago un revuelto para cenar.
- Como quieran.

Creo que mi vecino de al lado estaba detrás de la puerta, riendo a carcajadas y grabándome con una cámara oculta, porque decidme si esto es o no es anormal.

Menos mal que ahora tengo temporalmente a mis padres en casa, hasta que me recupere del brazo, porque si no hubiera habido testigos nadie me creería cuando contara esta historia.

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