¿A qué grupo de personas pertenecéis, al de los que lavan el coche ellos mismos con el rodillo (o el agua a presión); o por el contrario, al de los que lo llevan a un establecimiento y se lo dejan impoluto?
Yo, me incluyo en el primer grupo. Es muy cómodo acercarse hasta una gasolinera, posicionar el coche en los railes, meter la fichita que has comprado previamente y ¡listo!
Ayer, mi padre me preguntó a ver si no me daba vergüenza tener el coche tan sucio (en mi defensa, he de puntualizar que por dentro está como nuevo, y lo de fuera es debido a las lluvias de diciembre y la sal para derretir la nieve). Mi reacción fue encogerme de hombros y dudar; total, lleva en el garaje un mes, ¡y lo que le queda jaja!, pero se me ocurrió asentir a su proposición de ir a lavarlo. ¡Ya podía haber dicho que no, ya! Pues me llevé de regalo una limpiza facial que nada tuvo que envidiar a los chorros curativos del más prestigioso balneario español.
Los rodillos no funcionaban, por lo tanto, mi padre se ofreció voluntario para lavármelo con esas mangueras a presión a las que le tengo pánico, porque me da la sensación de que voy a salir volando detrás de ellas, como tantas veces le ha pasado al gato Silvestre en los dibujos animados, cual globo que pierde aire.
Mi padre, se puso manos a la obra y yo me coloque en uno de los laterales del coche, justo al lado contrario del que estaba él. De repente, un chorro invadió mi boca pillándome por sorpresa, grité: "¡papá!" (eso sí, muy espabilada no debo ser cuando no me movía del sitio) y el chorro invadió, entonces, hasta mi epiglotis. Reaccioné ya, apartándome hacia un lado y mirando a mi padre sin saber si reir o gritar (opté por la primera opción). Me miró sin saber muy bien qué ocurría y esta fue nuestra conversación.
- Pero tú, ¿qué haces mojada?
- Jajajajajaja... ¿yo? Jajaja... Si me has empapado tú jajajaja... Es a Jorge a quien tienes que lavar la boca con agua y jabón, que es el que suelta tacos ¡no a mí! Jajajaja...
- Ven, anda, sal de ahí que todavía te vas a resbalar otra vez. Pero, ¿dónde estabas? No te vi.
- Ahí, lo que pasa es que con lo enana que soy y el arma asesina esta de matar con agua, a diestro y siniestro...
- Sécate la cara, anda, sécate la cara. Que no aprendes, ¿no te pasó ya otra vez?
- ¡Claro, a ver por qué crees que me gustan los rodillos y cuando no funcionan el coche está lleno de porquería!
Jooo, yo me esperaba algo como que llevabas una camiseta blanca, de algodón... y se empapaba... vamos, como en las películas...
ResponderEliminarLa realidad superó a la ficción, te lo aseguro. Por cierto, tienes la mente muy sucia tú, ¿eh? ¡Gracias por leerme!
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