jueves, 16 de febrero de 2017

Entre lágrimas y risas

¿Vosotros lloráis mucho? Yo, normalmente sólo lo hago cuando estoy muy estresada, es el mecanismo que emplea mi cuerpo para deshacerse de toda esa tensión. Y digo normalmente, porque durante las últimas 30 horas he derramado más lágrimas que en todo el año pasado. Unas por dolor, éstas me caían solas, yo no quería pero se deslizaban sin querer por mis mejillas; otras por impotencia al saber que algo va mal, que no es normal, que lo digas y te lo nieguen intentando convencerte de lo contrario; y también de risa. Esta noche, a toro casi pasado, vamos a quedarnos sólo con las que fueron derramadas por la risa.

Ayer por la tarde, estando con una mano medio inutilizada porque era incapaz de hacer los movimientos de la articulación de la muñeca por sí misma, y con la otra casi inmóvil por los dolores que le estaba provocando una vía mal colocada, me vibró el teléfono móvil. No tenía intención de contestar, no era momento ni lugar, pero a la tercera llamada y con tanta insistencia, descolgué. Puse el manos libres por razones obvias que os he comentado tres renglones más arriba y la conversación fue algo así.

- ¿Diga?

- Hola, ¿me pasas con tu mamá?

- ¿Perdona? (Lo gracioso es que mi madre estaba justo a mi lado).

- ¿Puedo hablar con tu mamá?

- ¿Me estás vacilando? ¿Te estás riendo de mí o...? no entiendo nada.

- Quiero hablar con (aquí dijo mi nombre) llamo de (una empresa que tampoco voy a nombrar).

- Soy yo.

- ¿De verdad? ¿Eres mayor de edad?

- Y tú, ¿eres una persona normal? (Entonces, mi madre que llevaba riéndose por lo bajo desde la segunda frase me lanzó una mirada de regaño).

- Disculpa, es que tienes una vocecita... pareces una niña pequeña. Ya te lo habrán dicho más veces.

- Mira, si no te importa, en este momento no puedo atenderte. No voy a hacerte perder el tiempo ni que me lo hagas perder a mí. Gracias.

- Espera, escúchame primero, es un momento. Sólo quiero ofrecerte un seguro de manos muy completo, que te puede interesar por la profesión que ejerces.

- ¡Ay la Virgen!

- Incluiría...

- Si se entera tu jefe de que me has llamado niña y  me quieres vender un seguro de manos en la situación en la que me encuentro ahora mismo, ya puedes ir preparando el currículum y empezar a repartirlo. No me interesa, gracias. (Y colgué)

Entonces, mi madre me miró, y por primera vez en muchas horas las lágrimas que resbalaban por mis mejillas eran de risa. ¿Cómo puede una comercial tratar así a un potencial cliente?

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