viernes, 26 de mayo de 2017

Hoteles con encanto y resplandor en la noche

Hoy, tenía una reunión en León, no sé si importante o no (supongo que sí). Pero no he asistido porque la climatología, y la sensatez de mi amiga Teresa (gran odontóloga, por cierto) y la mía propia, nos ha hecho dar la vuelta, a la mitad del camino, después de estar 30 minutos conduciendo bajo una tormenta de granizo. Pero no es de ésto de lo que os voy a hablar, no. Os voy a contar lo que nos pasó a unas amigas y a mí en otra ocasión que nos sorprendió una fuerte tormenta.

Habíamos ido a Vigo, a un curso de odontología que se impartía viernes y sábado, pero se estaba tan fabulosamente allí que decidimos pasar el fin de semana por la costa gallega, era primavera si no recuerdo mal. Al finalizarlo, buscamos hotel (porque sólo habíamos reservado para una noche) en algún pueblecito costero y allá que nos fuimos las tres. Cuando faltaba "poco" para llegar, nos sorprendió una tormenta que sabe Dios de dónde vino porque aquello era inexplicable, 10 minutos antes el sol brillaba hasta deslumbrar. No conocíamos la carretera, así que decidimos que anularíamos la reserva que habíamos hecho unas horas antes, en cuanto viésemos un hotel y nos pudiéramos quedar en él. Casualidades de la vida, el primero que vimos estaba a tan sólo 4 kilómetros y era en el que teníamos la reserva hecha.

La entrada era como un camino de piedra y ésto ya nos llamó la atención, pero bueno, pensamos que a lo mejor formaba parte del encanto del lugar. Nos adentramos y se subió una barrera que, al pasarla, lo que había detrás te llevaba a una especie de garaje (aquí ya nos entró la risa a las tres, ninguna de nosotras había estado antes en un lugar de éstos, pero todas sabíamos dónde nos estábamos metiendo). Los comentarios fueron tal que así:
"Pero tía, ¿dónde nos has metido? jajajaja" (a ver si adivináis quién había hecho la reserva. ¡Exacto! aquí la menda lerenda). "Ahora, sólo falta que nos encontremos a algún paciente y nos vea a las tres juntas..." "No te preocupes, aquí no te va a ver nadie, y tú tampoco, o sea que puedes estar tranquila..."
Llegamos a la habitación y, aunque la reserva estaba hecha para tres personas, allí sólo vimos una cama, ¡gigante! eso sí. Las paredes y el techo, eran unos espejos que teníais que verlos, me río yo de la galería de los espejos en el Palacio de Versalles jajaja. Pero lo que nos hizo ya entrar en un estado de carcajada enfermiza, fue ver el kit que nos habían dejado al lado de la cama.

Y así fue cómo pasé la noche en una de estas habitaciones (junto a dos de las personas que más aprecio en este mundo), comiendo gusanitos y galletitas saladas que llevábamos en el bolso (porque nuestra idea era cenar en el restaurante del hotel, pero claro, éste era inexistente) y chupar profilácticos de sabores a fruta como postre no nos parecía muy buena idea jajaja...

Creo que ha sido una de las noches que más me he reído a lo largo de toda mi vida, a pesar de que en la calle había una tormenta tremenda con unos relámpagos que me daban pánico. Así que, si alguna vez queréis pasar unos días por la costa gallega (cosa que os recomiendo) haced el favor de informaros bien del lugar en el que vais a pasar la noche...

7 comentarios:

  1. Si recuerdo esa historia, cuando me la contastes era difícil de creer. Pero lo que no te pase a ti no le pasa nadie. Desde luego es para no dejar de reír

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  2. Esto fue cosa de varias, ¿eh? jajaja... ¡Gracias por leerme!

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  3. Jajaja... cuando nos juntamos siempre sale a relucir la anécdota ;) ¡Gracias por leerme!

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  4. Sara!! Me parto!!! Muy buenooo, ya tengo risas para esta noche

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  5. Jajaja... me alegra verte por aquí ;) ¡Gracias por leerme!

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