sábado, 6 de mayo de 2017

Cuando crees que vives sola, pero no.

¿Vosotros sois de los que apagáis el piloto rojo de la televisión o lo dejáis encendido? (después de leer "piloto rojo" y "televisión" ya tenéis una idea más clara de mis conocimientos sobre tecnología). Pero no nos desviemos del tema que nos va a ocupar hoy. Yo, soy de las que apaga ese piloto (las pocas ocasiones en las que enciendo ese cachibache que ocupa media pared de mi salón), pero anoche debía estar tan inmersa en mi lectura de microcuentos que ni siquiera fui consciente de que había encendido la TV mientras cenaba, y se quedó luciendo.

Esta mañana, justo antes de salir de casa he colocado el mando de la TV en su lugar y, ¡a la calle paraguas en mano!
Cuando he vuelto al mediodía, he metido la llave en la cerradura, he abierto la puerta y, me he quedado paralizada porque alguien estaba hablando dentro. Durante 5 segundos mi cerebro ha ido a mil por hora diciéndome: "Tranquila, es el vecino, estarán las niñas que es fin de semana" "Joder (sí, ya sé que en este blog no se escriben palabras mal sonantes pero eso se lo explicáis a mi cerebro), que no, que es en casa" "¿Qué hago?" "Que hay gente en casa, ¡joder, joder, joder!". Y, ¿veis las películas cuando el protagonista oye ruido y tú desde el sofá dices: "Pero sal corriendo, hombre, que te van a matar"? pues yo, igual de lela que el actor de turno, pasillo adelante con el paraguas en la mano porque era mi arma de defensa. A mitad de camino, he reculado y he vuelto a la entrada para dejar la puerta de par en par por si tenía que salir corriendo (sí, ya sé que no es lo más inteligente pero es muy fácil opinar cuando se está de mero espectador). Luego, de puntillas y muy despacio me he ido acercando al fondo de la casa (sí, lo sé, es ridículo, lo sé pero... en serio...) hasta que justo antes de doblar a la izquierda para entrar en el salón me he dado cuenta de que era la TV la que emitía ese sonido.

Puede que sea por los nervios, por el miedo que acababa de pasar o porque estoy como una regadera, que me he sentado en una de las alfombras y me ha entrado un ataque de risa al mismo tiempo que por mi cara resbalaban unos lagrimones impresionantes, estos últimos, no sabría decir si por la risa o porque necesitaba liberar el estrés acumulado pero... ¡vaya tela conmigo! Estoy yo como para defender a nadie de una situación así. Cuando me he calmado, he apagado el aparato del demonio; y es que al dejar el mando en su lugar, he debido apretar un botón sin querer y, como tarda unos segundos en emitir señal, me he marchado de casa antes de poder darme cuenta de lo que acababa de hacer.

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