martes, 14 de marzo de 2017

Hoy he comido chocolate lituano

¿Alguno de vosotros ha estado en Lituania alguna vez? ¿Y sabéis lituano? Yo, no. Ni una cosa ni la otra. Y mi amiga Naty, al parecer, tampoco. Otra de nuestras amigas (cuyo nombre voy a mantener en el anonimato por petición suya) sí estuvo hace poco, y hoy nos ha ofrecido un "chocolate" delicioso que había traído de ese país. Regaladme dos minutos y cuento la aventurita del día; pero primero dejadme que os de un consejo, antes de ofrecer algo comestible a alguien (y más cuando ese alguien sea yo, que menos a Satanás hecho alimento, es decir lombarda, me trago lo que me echen) estad seguros de lo que hay escrito en el envoltorio.

Por problemas del directo, continuo teniendo bastante tiempo libre, ¿y qué mejor modo de aprovecharlo que dedicándolo a las personas que quiero? Mi amiga, la del anonimato (vamos a llamarle Emma, por ejemplo), nos ha invitado a su casa (a Naty y a mí). Es muy "buena anfitriona" y, cuando hemos llegado, sobre la mesa había unas tacitas de café muy cucas y dulces variados. "Tenéis que probar estas chocolatinas, son de Lituania" nos dijo toda emocionada mientras hablábamos de su viaje y nos acercaba el plato con el manjar de dioses, según ella. Obediente, me dispuse a hacer los honores y cogí uno. Lo desenvolví impaciente por probarlo. Le di un mordisquito y dije: "¡Qué textura más extraña! se deshace pero es como si tuviera espumilla". Naty, más inteligente que yo y menos glotona, quitó el envoltorio y viendo mi cara lo probó sólo con la puntita de la lengua, para añadir: "A mí me sabe a suavizante de la ropa". Entonces, Emma, toda ofendida nos reprochó que éramos unas desagradecidas, que no sabíamos apreciar lo bueno. Me sentí tan culpable que esta vez el mordisco que le di al "bombón" fue grande y, ¡hala, todo para adentro!. Naty, empezó a masticar el suyo y a formársele espuma en la boca mientras decía: "Pero tía, ¿tú qué nos has dado? ¿Has estado en Lituania o jugando a las comiditas?" Yo, no podía dejar de reir, no sabía lo que acababa de tragarme pero la situación era completamente absurda. "¿Y tú te lo has comido?" me preguntó Naty casi enfadada conmigo porque no podía parar de reir. "Ay, hija, ya sabes que a mí me gusta todo...".

Tres minutos más tarde, Emma, con el envoltorio del "dulce" en una mano, el traductor de Google en la otra y su cara desencajada, nos estaba pidiendo perdón por habernos dado jabón para la ropa como acompañamiento del café.

Así que, amigos, dicen que lo que no mata engorda... si dejo de escribir este blog sabed que me fui de este mundo por hacer una de las cosas que más me gusta, comer chocolate. Si no, ya os contaré los efectos que provoca comerse una pastilla de jabón lituano bañado en café ja, ja, ja...


4 comentarios:

  1. Menos mal que no era matarratas !!!!

    Ufff!!!

    ResponderEliminar
  2. Hombre, es complicado que un matarratas lo vendan con ese envoltorio tan bonito. De momento, a mí me da miedo ir a dormir por si no despierto ja, ja, ja... ¡Gracias por leerme!

    ResponderEliminar
  3. Jajaja....Espero que estes bien!!!

    ResponderEliminar
  4. Ya sabes lo que dicen, Carmen, "lo que no mata engorda" y yo debo pesar más jajaja... ¡Gracias por leerme!

    ResponderEliminar