sábado, 11 de agosto de 2018

Cuestión de entrenamiento

Hoy me he despertado "happy flower". Supongo que algo ha influido haberlo hecho en una ciudad con mar, en casa de mis padres (en mi casa, vaya), con ellos y mi hermano en las habitaciones contiguas y con olor a café, y pan tostado, recién hechos.
¿No os parece que la felicidad es una cuestión de actitud? Si las necesidades básicas están cubiertas (comida, ropa, un techo bajo el que cobijarse y personas que nos quieren) y sabemos buscar el lado positivo a cada situación que se nos presenta en la vida, sabremos ser felices, pero ¡claro! ésto, al igual que todo, hay que entrenarlo y trabajarlo, que fácil no es, no...
Este verano está siendo... a ver qué palabra busco... (dadme un minuto que la piense) diferente, eso es ¡diferente! por el reto que le ha marcado la vida a mi papi (y que lo está superando como un auténtico campeón).
Aquí entra en juego, entonces, tener una u otra actitud, y decidir ser feliz o hundirse en lamentos que ya sabemos de antemano que no nos servirán para nada.
Y, ¿sabéis qué os digo? que gracias a esa cicatriz molona que tiene mi padre en su abdomen yo estoy escribiendo este post desde su casa, he podido despertar con olor a café recién hecho, por la mañana disfruté de la piscina para mí sola, dentro de un rato voy a tumbarme al sol, en la playa, con mis amigas y me he podido empapar con mi Mediterráneo del alma en muchas ocasiones a lo largo de estos dos meses pasados.
Ahora decidme, ¿sentirse feliz es cuestión de actitud o no? Porque yo tengo muy clara la respuesta, sí, sí lo es. Pero ojo, como todo, hay que entrenarse para ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario