lunes, 30 de octubre de 2017

Pudin de merluza

¿Os gusta cocinar? A mí sí, mucho, no sé si lo hago bien o mal pero disfruto con ello. Lo único que se me resiste son los huevos, no importa el modo en que sean preparados, no nos llevamos bien. Me siento incapaz de hacer un huevo frito sin formar una batalla campal en la cocina; y mis tortillas de patata, en fin, mejor que no tengáis el castigo de tener que probarlas porque ¡válgame Dios y la Virgen María qué negada soy con ellas! Por eso lo agradezco tanto cuando alguien se toma la molestia de cocinarlas para mí.

He llegado a una época de mi vida en la que salir, de copas por la noche, no me apetece demasiado. Es más, si os soy sincera no me apetece nada de nada. Prefiero organizar cenas en casa (o ser invitada a la casa de mis amigos) y pasar una agradable velada riendo en compañía de un buen vino. El otro día, leí un artículo en el que se decía que un godello de la Ribeira Sacra había sido elegido como mejor blanco español en la Guía Peñín. Sí, soy de las que no puede ver un titular sobre cocina y pasar de largo sin echarle un ojo. "Hay que probarlo para verificar lo que escriben", pensé. "¿Con qué podría acompañarlo? ¡El pudin de merluza de mamá, sí! Hala, a organizar cenita en casa".

Me han propuesto que escriba la receta aquí, así que muy gustosamente os la voy a dejar. Es muy fácil, relativamente rápida y deliciosa. Yo lo hago con merluza, pero supongo se podrá cocinar con cualquier pescado fresco.

Ingredientes (para 8 personas):
- Merluza fresca (5 rodajas generosas).
- 1 cebolla (si alguien va a invitar a comer a mi hermano, este ingrediente que se abstenga de incluirlo. El tío, parece que tiene un radar para detectarla, leñe).
- Salsa de tomate (si es de la casera la cosa ya va a ser de nota. Si lo compráis, a mi parecer, la mejor salsa de tomate es la de la marca Hida).
- 4 huevos.
- 1 cuchara, de las de café, de harina.
- Pan rallado.
- Mantequilla.
- 1 ajo.
- Aceite (yo lo cocino todo con aceite virgen, ¡manías que nadie entiende! pero...) y sal.

Preparación:
Se dora un poco la merluza en una sartén (de esas que espero todos tengáis guardadas en el horno jajajajajaja...). Y se saca para un plato.
Troceo muy chiquitines la cebolla y el ajo. Los pocho en la sartén con el aceite que me haya sobrado antes; y cuando crea que están, les añado una cucharada (de café) de harina. Continúo removiendo todo hasta que vea que está tostado.
Entonces, es el momento de añadir tres cucharadas soperas de tomate (sed generosos, como si el tomate no fuera vuestro).
Le digo al pinche de cocina que me haya buscado (porque no me negaréis que cocinar con alguien más no es una de las cosas más divertidas que hay) que desmigue bien la merluza y no deje ni una espina. La colocamos en una fuente y le añadimos lo que hemos rehogado en la sartén.
Ahora, cojo uno de los huevos (si te llevas tan bien como yo con ellos, esta tarea también la puedes dejar en manos del pinche), lo bato y lo añado a la fuente. Las tres claras, de los huevos sobrantes, debemos batirlas a punto de nieve (no queráis saber cómo se me da a mí ésto) y mezclarlo con todo pero, ¡ojo, ésto es importante! sin que lo mezcléis mucho hacia la parte inferior, es decir, intentando que quede más bien desde la mitad del "mezclete" hacia arriba.
Cojo una fuente de horno, la recubro con mantequilla, la espolvoreo con pan rallado (sin ser demasiado generosos, aquí sí, pensando que el pan es nuestro jaja). Coloco todo en esta nueva fuente. Caliento el horno durante 5 minutos, lo pongo a 180ºC. Y si tienes un horno con turbo (el mío es así) en 20 minutos está hecho. Si no, a lo mejor necesita un poco más de tiempo. Podéis ir pinchado con una aguja para comprobar que no está crudo pero tampoco pasado y seco como una mojama.

¡Y ya está! Buen provecho a todos.


miércoles, 4 de octubre de 2017

Dadme tiempo, pronto vuelvo

Sé que os dije que volvería en septiembre, y una de las pocas virtudes que tengo (por no decir la única) es que todo aquello que prometo, o con lo que me comprometo, lo llevo a cabo.

Este año está siendo durillo (dos operaciones, una separación muy cercana, la muerte de una amiga, la muerte de la hermana pequeña de otra muy buena amiga, la muerte (hoy) del padre de otra amiga, han intentado entrar a robar en la clínica, he tomado la decisión de dejar un trabajo en el que tenía unos compañeros estupendos, he tenido una gran decepción de una persona al ser para ella indiferente cuando yo la aprecio muchísimo...) y una intenta no perder la sonrisa pero a veces es difícil (ahora sí, continuo despertando con una sonrisa y cantando la canción que primero me viene a la cabeza, ¡eso que no cambie nunca!). Los optimistas y las personas fuertes (como me dicen en casa que soy) a veces también necesitamos abrazos, muchas veces jaja.

A todos los que me decís a ver cuándo voy a volver a retomar el blog, dadme tiempo, no me presionéis porque es difícil escribir; y lo es, aún más, hacer reír con lo que se escribe cuando las circunstancias no te ayudan demasiado. Os prometo que voy a volver, tengo mucho que contar, pero dadme tiempo. Sed pacientes.