No sé porqué la gente dice que uno de los peores momentos cuando estás ingresado, en un hospital, es la hora de la comida. Hace 7 días, gracias a ese rato me reí a carcajadas. No os impacientéis que ya os lo cuento.
Mi compañera de habitación, mujer de avanzada edad y problemas de vista, me dijo: "Bonita, ¿te puedes acercar?" Obediente fui hasta su cama dispuesta a destaparle la bandeja, en la que ponía su nombre y dolencia. Cuál fue mi sorpresa cuando me dice: "¿Qué pone aquí escrito? ¿Psicópata?" Me llamaréis sinvergüenza pero me salió una carcajada, y después le contesté: "No, pone cardiópata", a lo que ella respondió: "¡Ay, bonita, gracias, ya me parecía a mí que yo psicópata no soy!"
Comenzamos a comer y, ¿de qué hablar con una desconocida que tienes delante, medio desnudas las dos? Efectivamente, de la comida. Ahora, permitidme que os escriba la conversación tal cual porque, hoy, 7 días más tarde, continúo riendo al recordarla.
- ¿Te gusta la comida, bonita?
- Sí, a mí me gusta todo menos la lombarda.
- Ay, pues tienes que comerla, que es muy buena, y estás rellenita. Y fruta, y pescado.
- Sí ( una sonrisa forzada) ya los como. Mi pescado favorito es el cazón.
- No lo conozco. Nunca lo probé.
- ¿No? Por esta zona hay mucho. Mi abuela lo prepara con salta. Muy rico.
- No sé, bonita, a lo mejor en mi pueblo le llamamos sardina.
Y acto seguido, salió de mi boca, en modo aspersor, el trago de agua que acababa de tomar.
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