Hoy me he despertado "happy flower". Supongo que algo ha influido haberlo hecho en una ciudad con mar, en casa de mis padres (en mi casa, vaya), con ellos y mi hermano en las habitaciones contiguas y con olor a café, y pan tostado, recién hechos.
¿No os parece que la felicidad es una cuestión de actitud? Si las necesidades básicas están cubiertas (comida, ropa, un techo bajo el que cobijarse y personas que nos quieren) y sabemos buscar el lado positivo a cada situación que se nos presenta en la vida, sabremos ser felices, pero ¡claro! ésto, al igual que todo, hay que entrenarlo y trabajarlo, que fácil no es, no...
Este verano está siendo... a ver qué palabra busco... (dadme un minuto que la piense) diferente, eso es ¡diferente! por el reto que le ha marcado la vida a mi papi (y que lo está superando como un auténtico campeón).
Aquí entra en juego, entonces, tener una u otra actitud, y decidir ser feliz o hundirse en lamentos que ya sabemos de antemano que no nos servirán para nada.
Y, ¿sabéis qué os digo? que gracias a esa cicatriz molona que tiene mi padre en su abdomen yo estoy escribiendo este post desde su casa, he podido despertar con olor a café recién hecho, por la mañana disfruté de la piscina para mí sola, dentro de un rato voy a tumbarme al sol, en la playa, con mis amigas y me he podido empapar con mi Mediterráneo del alma en muchas ocasiones a lo largo de estos dos meses pasados.
Ahora decidme, ¿sentirse feliz es cuestión de actitud o no? Porque yo tengo muy clara la respuesta, sí, sí lo es. Pero ojo, como todo, hay que entrenarse para ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario