Vayamos al 17 de abril del año 2013, uno de los días más tristes de mi vida y en los que más lágrimas derramé. ¿Recuerdas el abrazo que te dí en aquel cementerio y lo que mi boca pronunció con un sentimiento como en pocas ocasiones he expresado a nadie (por no decir como nunca jamás he expresado a nadie ajeno a mi sangre)? Bien, pues ese sentimiento es lo que significa nuestra amistad para mí.
¡Y que se mueran de envidia, amiga!
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